Trastornos de conducta en la persona con demencia: detección y manejo en centros y hogar

 





Los
trastornos de conducta son uno de los retos más complejos y desgastantes para quienes cuidan a personas con demencia, tanto en el hogar como en centros asistenciales. Conductas como la agitación, la agresividad, el rechazo a los cuidados, la deambulación o los cambios bruscos de humor no son simples “malas conductas”: son expresiones de una necesidad no satisfecha, dolor, miedo o desorientación.

Aprender a detectar, comprender y manejar estos trastornos de forma respetuosa y efectiva es fundamental para garantizar el bienestar tanto del paciente como del cuidador.

¿Qué entendemos por trastornos de conducta?

Los trastornos conductuales en personas con demencia son alteraciones del comportamiento que afectan su convivencia y calidad de vida. Algunos ejemplos frecuentes incluyen:

  • Agitación o inquietud constante

  • Apatía o retraimiento social

  • Agresividad verbal o física

  • Rechazo al aseo o a la comida

  • Deambulación sin rumbo (“vagar”)

  • Alucinaciones o delirios

  • Gritos o llantos sin causa aparente

  • Síntomas depresivos o ansiedad

Estos comportamientos suelen tener causas múltiples: físicas, psicológicas, sociales o ambientales. No son voluntarios, y muchas veces son la única forma en la que la persona logra expresar lo que no puede comunicar con palabras.

 1. DETECCIÓN TEMPRANA: La clave para prevenir crisis

 Señales de alerta

  • Cambios súbitos en el comportamiento habitual.
    Aumento de la irritabilidad o aislamiento.
    Rechazo a actividades cotidianas que antes eran bien aceptadas.
    Conductas repetitivas o inusuales.

Consejo: Llevar un registro diario de comportamiento (antecedentes-conducta-consecuencias) puede ayudarte a identificar patrones, desencadenantes y horarios críticos. Úsalo para anticiparte a las crisis.

2. IDENTIFICAR LA CAUSA: ¿Qué hay detrás del comportamiento?

Antes de reaccionar, pregúntate:

  • ¿Tiene dolor físico, hambre, sed o necesita ir al baño?

  • ¿La persona está desorientada o confundida?

  • ¿Hay mucho ruido, luces intensas o demasiada gente?

  • ¿Es una respuesta emocional a sentirse invadido o controlado?

  • ¿Hay alguna infección, efecto de medicación o malestar general?

 3. MANEJO EN EL HOGAR Y EN CENTROS: Consejos específicos

 Crea un ambiente predecible y seguro

  • Establece rutinas diarias claras: el orden da seguridad.

  • Reduce estímulos innecesarios: ruido, luces fuertes o aglomeraciones.

  • Señaliza espacios con carteles y fotos para mejorar la orientación.

Usa la comunicación como herramienta de calma

  • Habla con frases cortas, voz suave y tono positivo.

  • Evita discutir o corregir: redirige la atención con calma.

  • Valida sus emociones antes de ofrecer soluciones.

    •  “Veo que estás molesto. Vamos a sentarnos un momento juntos, ¿vale?” 

    • "Entiendo que esto te preocupe. Estoy aquí contigo para ayudarte." 

    • "Veo que te sientes un poco nerviosa. Vamos a respirar juntas y hablar con calma." 

    • "Sé que esto es importante para ti. Vamos a verlo juntas y buscar una solución." 

    • "Te noto preocupado. ¿Te parece si te acompaño un momento para que estemos más tranquilos?"

Redirige en lugar de confrontar

  • Si se muestra agresivo o angustiado, no lo enfrentes ni lo contradigas.

  • Desvía la atención hacia otra actividad (escuchar música, pasear, mirar fotos). 

    • Redirigir hacia música: "¿Te apetece que escuchemos tu canción favorita? Creo que te va a gustar mucho."

    • Invitar a pasear: "Hace un día precioso, ¿te parece si damos un paseo para disfrutarlo?"

    • Usar recuerdos positivos: "Mira, encontré unas fotos antiguas, ¿quieres que las veamos juntos?"

    • Ofrecer una tarea sencilla: "¿Me ayudas a doblar estos pañuelos? Con tu ayuda acabaremos enseguida."

    • Introducir un estímulo agradable: "Huele muy bien el café que acabo de hacer, ¿quieres venir a probarlo conmigo?"

    • Actividad manual o sensorial: "Tengo unas flores para poner en un jarrón, ¿me ayudas a elegir dónde colocarlas?"

    • Redirigir con humor y suavidad: "Creo que este cojín se siente solo… ¿le hacemos compañía en el sofá?"

    • Actividad relacionada con sus intereses: "Me acordé de que te gusta la costura, ¿quieres que busquemos juntos los hilos y agujas?"

    • Cambiar de entorno: "¿Te apetece que vayamos un momento al jardín a ver cómo están las plantas?"

    • Incorporar algo físico y agradable: "¿Qué te parece si nos levantamos un poco y hacemos unos estiramientos suaves?"

  • Mantén distancia física si hay riesgo y acércate solo cuando la persona esté más tranquila.

Favorece la actividad física y ocupacional

  • Las caminatas, la jardinería, la música, las manualidades o tareas simples ayudan a canalizar energía y reducir la frustración. 

    • Caminatas y movimiento: "Vamos a dar una vuelta para estirar las piernas, así nos sentimos mejor.", "¿Me acompañas a ver cómo está el parque hoy?".

    • Jardinería y contacto con la naturaleza: "Las plantas necesitan un poco de agua, ¿me ayudas a cuidarlas?", "Vamos a ver si han salido flores nuevas en el jardín."

    • Música y expresión corporal: "Escuchemos esta canción y movamos un poco los pies al ritmo.", "¿Te apetece cantar juntos esta que tanto te gusta?".

    • Manualidades y creatividad: "Tengo estos papeles de colores, ¿me ayudas a hacer algo bonito con ellos?", "Vamos a pintar un rato, no importa cómo salga, lo importante es divertirnos."

    • Tareas simples de la vida diaria: "¿Me ayudas a poner la mesa? Así terminamos más rápido.", "¿Quieres doblar esta ropa conmigo mientras charlamos?".

    • Actividades sensoriales y lúdicas: "Vamos a ordenar estas fotos y recordar momentos bonitos.", "Tengo una caja con botones y telas, ¿quieres tocar y elegir los que más te gusten?"

  •  Involucra al equipo si estás en un centro

  • Reúnete con el equipo interdisciplinar (terapeuta ocupacional, psicólogo, enfermería).

  • Estableced un plan de intervención individualizado con protocolos claros para cada tipo de conducta

¿Qué evitar?
  • Gritar, castigar o aislar como respuesta a un mal comportamiento.

  • Usar lenguaje infantilizado o sarcástico.

  • Obligar a hacer algo a la fuerza si no es urgente.

  • Ignorar los cambios de conducta (pueden ser síntomas de infección o dolor).

  • Recurrir automáticamente a fármacos sin valorar otras causas o alternativas.

4. Autocuidado del cuidador: también eres importante

Manejar trastornos de conducta es emocionalmente agotador. Es común sentir frustración, impotencia o culpa. Por eso es vital:

  • Pedir ayuda: No estás solo/a. Apóyate en familiares, asociaciones o grupos de apoyo.

  • Tomar pausas regulares: Aunque sea media hora al día para ti.

  • Formarte continuamente: Comprender la enfermedad reduce la angustia.

  • Aceptar tus emociones sin juzgarte: cuidar también implica reconocer tus límites.

Los trastornos de conducta en personas con demencia no son "rebeldía", sino formas alteradas de comunicarse cuando ya no pueden expresar lo que sienten o necesitan. Con empatía, observación y herramientas adecuadas, es posible convertir el conflicto en comprensión y mejorar la calidad de vida de todas las personas involucradas.

Recuerda que detrás de cada comportamiento difícil, hay una persona que necesita ser comprendida.

Desde AFAVIDA, acompañamos a  personas cuidadoras y familiares con orientación, talleres y apoyo emocional para afrontar estos desafíos.


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