Alimentación y nutrición

 

La nutrición de los enfermos con EA es, frecuentemente, la principal preocupación de la familia y de los cuidadores. La intervención dietética es capaz de minimizar o prevenir la pérdida de peso. 

Aunque inicialmente puede ser insignificante, esta pérdida puede afectar negativamente el estado nutricional del paciente, en sus capacidades cognitivas y en la propia evolución, retrasar la pérdida de auto noción de la enfermedad, así como disminuir el estrés y mejorar de vida tanto del enfermo como la calidad de vida de los cuidadores.

Está claro, por consiguiente, que la valoración del estado nutricional de los pacientes y una intervención adecuada para su mejora deberían ser un aspecto fundamental en el tratamiento de la enfermedad.

 

Problemas relacionados con la alimentación

Debido a los cambios que se producen a medida que va avanzando la enfermedad (distracción, confusión de horarios, hiperactividad, dificultad para masticar y tragar, etc.), las personas con EA son candidatas a presentar problemas en su alimentación. El comportamiento de estos enfermos frente a la comida se va modificando con el tiempo, es decir, a medida que va evolucionando su condición.

Los problemas más frecuentes, relacionados con la alimentación, en las diferentes fases de la enfermedad se describen a continuación:


Demencia leve o fase inicial

Los pacientes pueden comer solos, pero la pérdida de memoria les hace descuidados, se olvidan de la comida, de los horarios, etc. La falta de atención hace que no lleguen a completar todas las tomas de alimentos. En esta fase es muy importante fomentar su autonomía haciéndoles partícipes, por ejemplo, en la elaboración de la comida, en la preparación de la mesa o en el lavado de los platos.


Demencia moderada

En esta fase se registra una dependencia parcial y el enfermo necesita ayuda para comer y beber. En ocasiones es posible que no pueda masticar y tragar bien los alimentos. Aparece una disminución de la percepción de los olores y sabores, que, junto con una disminución de la salivación y sequedad de boca, induce un rechazo de la comida. La capacidad de utilizar correctamente los cubiertos se ve disminuida. Las alteraciones visuales dificultan la correcta identificación de los alimentos.


Demencia grave

En esta fase la dependencia a otras personas que le alimenten es total. Aparece dificultad para tragar, tanto alimentos sólidos como líquidos, con riesgo de atragantamiento, por lo que el enfermo rechaza la comida. Las funciones del aparato digestivo pueden estar enlentecidas y el enfermo puede presentar dificultades de evacuación por estreñimiento.

En esta fase, la alimentación debe buscar una serie de objetivos: la dieta que se administre debe cubrir las necesidades nutricionales del enfermo; asegurarle una buena hidratación; evitar el estreñimiento; facilitarle al máximo las comidas para evitar problemas al tragar; intentar que coma él sólo la mayor cantidad posible de alimentos; proporcionar placer y distracción al enfermo mediante la comida; fomentar la autonomía de la persona enferma proporcionándole más ayuda a medida que la necesite; mantener en lo posible los hábitos que el enfermo tuviera anteriormente no excluyéndole de comidas familiares y procurando que mantenga el sentido de comer en grupo.


 Preparación y toma de las comidas

 

·       Para el paciente con EA, las comidas se han de convertir en un hábito. Es conveniente que haga las comidas sentado a la mesa, y todos los días, a la misma hora, y en la misma habitación, cuyo ambiente debe estar tranquilo y bien iluminado.

·       Las comidas deben ser frecuentes y poco abundantes, incluyendo la máxima variación de alimentos para evitar deficiencias nutricionales.

·       Se ha de conseguir una inclinación de la cabeza que permita al paciente tragar con más facilidad.


·       Hay que animarle a masticar bien los alimentos, pero no es conveniente obligarle a comer por la fuerza. Se le debe ofrecer la comida sin prisas y con mucha paciencia.

·       Los alimentos se pueden partir en trozos pequeños para evitar el atragantamiento y facilitar la masticación. Si el paciente no abre la boca o tiene problemas para masticar conviene masajearle la mandíbula o ponerse enfrente de él para que pueda imitar nuestros actos.


·       Si el paciente tiene dificultad para tragar, se puede modificar y adaptar la consistencia de los alimentos para conseguir texturas suaves y homogéneas. Se pueden elaborar purés de textura suave, con una amplia gama de colores y formas. Se ha de evitar la presencia de grumos, huesecillos, espinas. El empleo de condimentos suaves permite potenciar el sabor de los alimentos.


·       La ingesta de líquidos es muy importante para evitar la deshidratación. Se procurará, por tanto, que el paciente beba lo suficiente, aproximadamente un litro y medio de líquido al día. En caso de dificultad para ingerir líquidos se puede hacer uso de espesantes.

 

 

 

Bibliografía

Elsevier. Revista de farmacia. Vol. 22. Núm. 5.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

TALLER DE FORMACION "UN CUIDADOR. DOS VIDAS"

DETERIORO COGNITIVO: PREVENCIÓN Y HABITOS DE VIDA SALUDABLES

GIMNASIA MENTAL PARA EL VERANO